sábado, 14 de marzo de 2009

Si Herodes levantara la cabeza se… “tranquilizaría”


miércoles,10 de diciembre de 2008


AnalisisDigital.com

España está descomponiéndose como un cadáver. La corrupción política que nos envuelve con unos gastos alucinantes a cargo del erario público, los soeces insultos que embadurnan a los que no piensan como ellos y, cuando parece que piden disculpas —¡es perdón lo que tienen que pedir y devolver todo lo robado!—, todavía aprovechan para poner la guinda al agravio. Hay corrupción hasta en el fútbol, maletines de dinero para no bajar a segunda, y los altos cargos implicados en todas las tramas de las corrupciones, lejos de dimitir echan la culpa de todo a los regímenes políticos que les precedieron y donde no había tamaña corrupción.

¿A qué esperamos? ¿Dónde está algún partido que defienda al ciudadano? ¿No podrían ustedes crear también un gabinete para soltar lindezas verdaderas que neutralicen el “santo y seña” diario que lanzan para confundir, ensuciar y narcotizar la conciencia del pueblo. ¿Democracia, llaman a esto? ¿Libertad? ¡Tiranía!, eso es lo que es.

¿Cómo pudo darse el holocausto judío y… cristiano, aunque haya a quienes les desagrada oír esta verdad, en un pueblo tan culto y refinado como era y es el alemán? Se pueden dar muchas explicaciones, pero no es del todo por ahí por donde deseo encauzar ahora estas breves líneas. No obstante, no hay que olvidarlo no sea que la causa de aquella masacre sea la misma que está originando la de hoy en todo el mundo.

Ahora asistimos a un holocausto ¡muchísimo mayor! de muertes, ¡de asesinatos! En la quietud de hospitales en cuyas paredes una dulce enfermera con el índice en los labios anima al silencio, allí hay otras cámaras de gas silenciosas donde se practican miles de abortos, de asesinatos de bebés. Las cámaras de gas nazis eran silenciosas también. A los prisioneros de los campos de concentración se les expoliaba materialmente y después físicamente con trabajos durísimos en condiciones inhumanas y cuando ya no eran “útiles” se apretaba la tecla de delete sin preguntar, ni siquiera, are you sure?

La Iglesia tiene que hablar y habla. ¿Por qué? Porque tiene el derecho de salvaguardar —como ha hecho veintiún siglos— al hombre y de reconocer y defender sus derechos como criaturas de Dios. Ustedes se morirán…, pero la Iglesia no. Matarán católicos, sacerdotes y obispos pero la Iglesia no sucumbirá. En la historia muchos lo intentaron ya. Desde Herodes pasando por Nerón, Domiciano, Trajano, Marco Aurelio…y todos dieron patadas contra el aguijón. Lo tienen crudo en el futuro.

La vida constituye, ante todo, uno de aquellos valores esenciales, para cuya defensa y promoción vive la misma sociedad y se deben articular sus estructuras. Nadie más capacitado para apreciar este valor como el cristiano que cree en Dios y no lo estaría si su Dios no lo fuera de vivos y no de muertos. Esos niños que matan en el seno materno se rebelarán en el día del juicio contra los que quitaron la gloria de Dios que podían haberle dado ellos con su vida plenamente vivida. La Iglesia, en estos trágicos momentos en que tantos miran a otro lado, en que parece prevalecer la cultura de la muerte, está empeñada en iluminar y reclamar con insistencia que la opinión pública no esté de brazos cruzados apoyando al poder político —por motivos económicos o ideológicos— y que mire que ese poder diabólico tiene un fin, que este tiempo caduca y no sabemos la fecha.

Todo lo que está sucediendo en nuestro país deja a Pinochet como uno de los más grandes demócratas comparado con ellos. A Stalin le están dejando chico. Su nuevo marxismo ha destrozado a la persona, a muchas familias, han dejado una sociedad anestesiada ante la corrupción, y la chabacanería parece ser el emblema de la nueva cultura occidental. En este hundimiento, España está en la proa. La certeza que me da —como cristiano— saber que Dios no nos abandonará nunca, como no lo hizo en tiempos peores, me esponja el alma de serena alegría, cosa que es bien compatible con el dolor que siento.

Aunque sea conocida la anécdota vale la pena recordarla. Monod, premio nobel de finales de del siglo XX hizo sus pinitos en el campo de la ética defendiendo el aborto. En una rueda de prensa en la que exponía sus ideas, un periodista le preguntó: “Señor Monod, ¿usted cree que hay razones para abortar cuando la madre es tuberculosa, el padre alcohólico, viven en la miseria y tienen varios hijos ya?”. “Sin la menor duda”, respondió el sabio. Al oír esta contestación el periodista dijo: “Señores, guardemos un minuto de silencio porque el Dr. Monod acaba de asesinar a Beethoven”.

¿Cómo se puede olvidar que el llamado estado de derecho no está respetando la unívoca y categórica ley del no matarás? ¿Con que autoridad puede el gobierno de turno castigar cualquier otra vileza si no hay otra mayor que descuartizar a un bebé inocente, indefenso, en el mismo seno de su madre a la que se la engaña muchas veces y se la cobra un dineral? Ningún legislador humano puede afirmar: te es lícito matar, tienes derecho a matar, deberías matar. Pero esto es, desgraciadamente lo que está sucediendo en nuestro país cuando han llegado al poder, de manera bingo-democrática, fuerzas políticas que han emanado leyes contrarias al derecho de todo hombre a la vida.

En nombre de presuntas y aberrantes razones eugenésicas, étnicas o parecidas han originado estas masacres. ¿Cómo se van a poder aceptar moralmente unas leyes que permiten matar al ser humano aún no nacido, pero que ya vive en el seno materno? ¿Desde cuándo tiene el hombre derecho a decidir quién debe vivir y quién no? Los mismos parlamentos se aprovechan, para realizar sus propios proyectos y perseguir sus propios intereses, utilizando el aborto como moneda de cambio. Y lo hacen aprovechándose del ciudadano anestesiado ante tanta corrupción a tantos niveles. Así llegan a creer que el derecho a la vida es una decisión exclusiva de los adultos.

Sólo la Iglesia de Jesucristo defiende la verdad del hombre. Ningún partido político de España lo hace. Tienen miedo. Nos encontramos ante una enorme amenaza contra la vida: no sólo la de cada individuo, sino también la de toda la civilización. La afirmación de que esta civilización se ha convertido, bajo algunos aspectos, en civilización de la muerte recibe una preocupante confirmación(1).

Ya fue la Sagrada Familia amenazada durante su estancia en Belén. Es una amenaza que viene del mundo que quiere acabar con la vida del Niño. Están bien los adornos que alegran la Navidad pero navidad significa nacimiento. Quietud, reposo, paz, luz, etc., son vocablos que adornan las calles centrales de Madrid. A mí, personalmente, me dan sueño, es como si me tomara un valium. Vamos a ser serios, a ir a la raíz. ¡Hagamos frente a todo lo que, en el mundo de hoy, amenaza a la familia desde dentro y desde fuera! Escribir, comprometerse con la vida, hacer lo que esté en nuestra mano. ¡Bien por Eduardo Verástegui! Se ha mojado con la película Bella. Acudamos, por ejemplo, al evento del día 28 en Madrid, fiesta de la Sagrada Familia.


Pedro Beteta López. Doctor en Bioquímica y en Teología

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