viernes, 7 de marzo de 2008

El Sacrificio y la Persecución


"No podemos esperar llegar al cielo en camas muelles y cuando nos apetezca. Éste no es el camino, pues nuestro Señor llegó a través de grandes dolores y sufrimientos. Y el siervo no debe esperar encontrarse en una situación más favorable que su Señor..... Pero si llegáis a vivir tiempos en los que nadie os dé buenos consejos ni buen ejemplo, en los que veáis cómo se castiga la virtud y se recompensa el vicio, si entonces permanecéis firmes y seguís siendo fieles a Dios, por mi vida os digo que seréis considerados justos..., aunque sólo fueseis justos a medias"

Santo Tomás Moro

Amigos que gran reflexión. Cuando en esta, nuestra sociedad, se está inculcando a toda persona viviente que el sacrificio es negativo, que el sacrificio es el obstáculo a evitar, cuando se predica que el sacrificio no lleva a ningún sitio bueno, solamente al dolor. Amigos cuando aprenderemos la lección de nuestro Señor, que solamente por medio de su Pasión redimió al mundo, la remisión mas gloriosa con la Pasión mas intensa. ¿Acaso una buena carrera no cuesta sacrificio sacarla, acaso cosechar buen fruto de un terreno no cuesta esfuerzo del agricultor, acaso se endereza un hierro para su uso sin ningún esfuerzo?, Amigos creo que no, creo que si se quiere conseguir algo valioso, nos costará un esfuerzo importante, pero si lo que queremos conseguir es el cielo, nos costará mucho más. Querido amigos, el educar a nuestro hijo en el esfuerzo, en la responsabilidad, en el sacrificio hace que ese niño valore más cada juguete que posee, cada minuto que vive, cada metro que ocupa, y haremos de él una persona con unos valores encomiables.

Amigos creo que desde que el mundo es mundo, siempre ha existido esa incomprensión por parte del mundo terreno, al resto del mundo con fe. La gracia es un don que nuestro Padre nos regala, y la gracia para el que no la tiene, es difícil de comprender, es más, creo que a veces sin mala intención las personas que carecen de ese don, nos ponen obstáculos para llevar a cabo nuestra misión, pero debemos entender que para ellos no es normal que nosotros creamos que debemos actuar así. También creo que el punto extremo del asunto al cual se refiere Santo Tomás Moro, desgraciadamente, lo tenemos hoy en día en el ambiente, lo normal hoy es no pensar, no hacerse preguntas trascendentales, lo normal hoy es emborracharse con 16 años los sábados por la noche, lo anormal hoy en día es ir a Misa los domingos por la mañana, lo normal hoy es pensar en ganar más dinero para comprarme mas cosas, lo anormal hoy en día es ser consecuente con lo que a uno le sobra, lo normal es no creer en nada, porque si se cree, se te exige un modo de comportamiento coherente con lo que crees, mientras que si no crees no tienes obligación de nada, lo anormal hoy en día es creer en un Dios-Padre, que dio a su propio hijo en sacrificio por nuestra salvación, y en consecuencia ese AMOR PERFECTO que Dios es y que Dios nos da, debemos buscarlo, ya no por reciprocidad, sino porque todos, absolutamente todos buscamos ese amor, pues de él estamos hechos, seamos conscientes de ello o no. En definitiva los que queremos ser fieles a Dios somos ANORMALES, por no decir cosas peores que nos llaman por la calle, y renunciar a Dios, al amor, al sacrificio, es lo normal, lo que se lleva. Les pasó a los primeros Cristianos, en el alto renacimiento, en la revolución francesa, y todavía esto no ha parado, solamente hay un periodo y un lugar donde esto no pasaba, era en la edad media, en Europa, pero eso acabó.


Juan Antonio López

NUESTROS JÓVENES


Amigos, creo que todos sabemos que algo le pasa a la juventud de hoy en día, cuando lo que más valora es el sexo, la risa, y la posesión de artículos; amigos, de verdad podemos pensar que con estos criterios de vida, con estos principios, ¿podemos obtener unas generaciones que hagan de este mundo un mundo mejor?, no lo creo amigos.

Pero para solucionar este gran problema, qué podemos hacer, primero debemos buscar las soluciones donde estén, y quien nos da esas soluciones, donde podemos encontrar esos principios de vida que todos admiramos y valoramos, como la responsabilidad, el respeto, la solidaridad, la esperanza, la generosidad, etc., creo que esos valores todos absolutamente todos y muchos más, los podemos encontrar en la Doctrina de la esposa de Cristo, en la Santa Madre Iglesia Católica, Apostólica y Romana, un fugaz ejemplo:
Contra la Soberbia- Humildad, contra la avaricia- generosidad, contra la lujuria- castidad, contra la ira- paciencia, contra la gula- templanza, contra la envidia- caridad, y contra la pereza- diligencia. Amigos, es un claro ejemplo de lo que nos puede enseñar la Iglesia.

Pero claro otro tema a desarrollar sería cómo, y creo que la respuesta es clara, mediante la educación, y mediante la educación desde casa, siguiendo por la escuela, y terminando por los mass media, creo que esta es la pata coja de la mesa, cuando la educación hoy en día está basada en la libertad total en un niño de 7 años, tanto en su casa como en la escuela, creo que el problema empieza por ahí, debemos enseñarle a los niños el respeto desde el principio, debemos enseñarles a los niños la responsabilidad desde el principio, etc., etc., pues si no es así, luego como pretenderemos que lo aprendan con 20 años, como podremos exigir algo a alguien que no se le ha enseñado, por eso después nos tienen que inundar a leyes restrictivas, es normal que cuando falta el respeto a los demás, la solidaridad con los demás y la responsabilidad en nuestras acciones, nos tengan que poner leyes hasta para dejar de fumar, contra el botellón, etc., etc..

El pensar en el bien común es pensar en el bien propio, si eso no se lo enseñamos a nuestros hijos desde pequeños luego no podemos exigírselo de mayores. Empecemos por nosotros, seamos responsables, respetuosos y generosos con el prójimo, y daremos ejemplo a nuestros descendientes.

Juan Antonio López

El hombre


Queridos amigos:

Cuando uno mira a su alrededor, o mejor dicho, cuando uno analiza todo lo que le rodea, se da cuenta de lo que hacemos los hombres y de el lugar que ocupamos en el mundo. Uno se da cuenta de hasta donde el hombre puede llegar, se da cuenta de que aunque sea el ser mas inteligente del planeta, rara vez lo demuestra, pues rara vez actúa en favor suyo, y creo que si nos tomamos unos minutos para pensar, en silencio, si es que encontráis ese espacio íntimo, ese recogimiento, bueno, pues, si así es..

Empecemos por, valorar este silencio, lo primero que el hombre mata es su silencio, su intimidad, el hombre ha perdido su voz, al igual que ha perdido su oído, el hombre oye, pero no escucha, el hombre habla, pero no dice. Si el hombre se escuchara a sí mismo, mas a menudo, si el hombre se conociera a sí mismo, entonces ese hombre no renunciaría a lo que es, un ser divino.

El hombre de hoy, está renunciando a todo lo divino, está intentando aniquilar todo lo que viene de Dios, el lenguaje del alma, ¿eso qué es?, pues la conversación de la parte divina del hombre con la parte humana, y esa conversación, solamente se produce en el silencio, o con el roce de la brisa, es ese momento en que el viento te susurra al oído..Paz..hijo mío.estoy aquí..contigo.

Si levantamos la cabeza, y abrimos los ojos, podemos darnos cuenta de que toda la obra de Dios, el hombre se encarga de borrarla, y si no la puede borrar, la hace olvidar, y si no la puede hacer olvidar, distrae la atención de sí mismo para que no la veamos. Pensemos en nuestro hogar, la Tierra, nuestra casa, es obra de Dios para los hombres, algo que el hombre ha recibido en herencia, y que es su propia casa, pues, pensemos en los mares contaminados.explotados, pensemos en la tierra, la explotación de nuestros recursos naturales junto a la desigual repartición de estos, pensemos en el aire, contaminación, etc., pensemos en nosotros mismo, nos matamos unos a otros, nos robamos la tierra, los alimentos, nos robamos incluso la vida.

Amigos, decidme, todo esto que el hombre hace ¿es en beneficio propio?, en beneficio del hombre como ser humano, o es en beneficio de unos pocos, además, estos pocos no pensamos ni siquiera en nuestros descendientes, pues estamos malgastando todos nuestros recursos, y no pensamos, ni en nuestros vecinos del Sur, ni en nuestros mismos nietos.

Pero creo que todavía existe algo mas grave, creo que el ser privilegiado de este mundo, está renunciando a su propio don, está malgastando su propio poder, Dios nos dio inteligencia para la distribución del mundo, Dios nos dio Fe para conseguir superar las dificultades, Dios nos dio valor para luchar contra las tentaciones, contra esta gran tentación que es el egoísmo y el endiosamiento del propio hombre, Dios nos dio fuerza para superar todas estas peleas, pero lo mejor que nos dio Dios a todos y a cada uno, en cuanto somos creados, fue, es, y será siempre, el alma, eso somos todos y cada uno de nosotros, el alma. Cada día hay mas personas en occidente que dejan de creer que el alma existe, cada día hay mas personas en esta parte del mundo que piensan que solamente existe el cuerpo, la parte física, y es ahí donde matamos la obra mas importante de Dios, nosotros mismos, pues nuestra parte mas importante es el alma, ella nos lleva a Dios, si le hacemos caso, ella nos llevará siempre al cielo, nos meterá en líos, nos meterá en guerras, en luchas, en batallas, con el mundo, con la carne y con el propio demonio, pero su camino es siempre el correcto. Amigos, el alma es como el cuerpo, debemos de alimentarlo, y el alimento del alma son los sacramentos, el alimento del alma es la fe, el alimento del alma es el mismo Dios, el alma nos lleva a Dios, y Dios nos cuida el alma, si renunciamos a ambas cosas estamos perdidos, pues nos transformaremos en puros animales, compuestos solamente por instintos y materia caduca, no nos olvidemos amigos, lo que nos diferencia de los demás seres que habitan nuestro planeta es, el alma, nuestra filiación con el mismo Dios, no nos olvidemos de ella.


Juan Antonio López

LLegó la hora de ser Católicos


Queridos amigos:

En pocas palabras intentaré describir el estado actual de nuestra sociedad, puesto que hoy un Católico está cogiendo un significado diferente al de hace unos años. Sin ir mas lejos, hace 40 años, era corriente que todo el mundo fuera el Domingo a misa, hoy es lo contrario, hace 30 años no escuchabas a ningún niño de 15 años blasfemar, hoy lo corriente es lo contrario, hace 30 años los padres eran respetados, con sus equivocaciones, pero respetados, al igual que los profesores, al igual que los padres también se equivocaban a veces, pero eso te enseñaba que ellos eran los padres y los profesores y tú eras el hijo y el alumno, cada uno sabía el lugar que ocupaba y lo que le correspondía hacer, con sus aciertos y equivocaciones, pero era así, y lo cierto decidme si no, es que ayer u hoy, un niño de 15 años es un niño, y tiene que aprender primero de la experiencia de los padres y segundo de la enseñanza de los profesores, pero parece que hoy no es así. El respeto, la educación, los modales, se han perdido por completo, parece que lo único importante y lo más valioso es que un niño RÍA , y no sufra esforzándose, o asumiendo responsabilidades . Pero ojo, los niños son así primero, por ellos mismos, pero también por quienes tienen la responsabilidad de educarlos, de enseñarles esos valores que hoy en día nos quejamos tanto de que no existen, los padres, los profesores, y los círculos de influencia próximos al niño, (amigos, televisión, etc.).

Pues bien, con los niños, digamos mal criados, con los padres relajados y distraídos en otras obligaciones que no son sus hijos, y con la cultura nihilista que nos rodea, ¿donde queda el comportamiento de un Católico? . Pues cada día se asemeja mas al de un héroe que tiene que superar cientos de obstáculos y realizar peripecias para poder conseguir llegar ha buen puerto todo lo que hace. Y por qué, porque decidme uno por uno si tanto la educación de los hogares, la educación en el colegio, o la educación en el entorno, mass media, etc, son guías hacia Dios, o ya no hacia Dios de una manera directa, sino hacia obtener unos valores dignos de toda persona humana, como el respeto entre los hombres, el respeto a las leyes de la naturaleza humana, o el respeto a lo sagrado, pues creo que no.

Repasad el Decálogo que nos entregó nuestro Padre, -Amarás a Dios sobre todas las cosas-, hace 40 años había crucifijos en los colegios, hoy es un sacrilegio que los haya, por ejemplo;-No tomarás el nombre de Dios en vano-, la blasfemia está de moda junto con la mofa sobre todo lo religioso;-Santificarás las fiestas-, sí pillando una melopea la noche de antes, durmiendo hasta las dos de la tarde del domingo y viendo el partido o yendo al cine, pero nunca glorificar a Dios en su día, eso no;-Honrarás a tu padre y a tu madre-, siempre y cuando me den la paga del fin de semana, o me compren lo que yo exija; -No matarás- pero qué porcentaje de la sociedad actual está de acuerdo con el aborto o la eutanasia, o no dedica ni un euro al día a los que mueren de hambre; -No cometerás actos impuros-, ya claro, pero si lo hace todo el mundo, la masturbación, los segundos lenguajes, los deseos, decidme si la sociedad, el entorno, crea un ambiente de pureza; -No robarás-, ahora no existen los ladrones, existen los listos, o llamémoslos pillos, además siempre existirá una enfermedad para excusar a las personas que delinquen. Podríamos seguir así, hasta el décimo mandamiento, pero quisiera aclarar algo, yo no acuso en esta reflexión a cada individuo, no , pues todos nacemos con el pecado original, y tenemos enemigos todos los días tentándonos, no, lo que intento denunciar desde aquí, es que existe una cultura nihilista iniciada hace unos treinta años en el corazón de occcidente, (EE.UU), también una cultura mal llamada de Género, y una cultura anti-religiosa, pues el último obstáculo para que estos depravados puedan conseguir lo que hace 30 años empezaron es la religión, pero atentos no solo la religión Católica, sino cualquier religión.

Qué quiero decir con esto, que estamos siendo manipulados por un grupo de personas que están en diversos centros de poder, y que ese grupo de personas tienen unos principios ya predeterminados desde antaño, que esos grupos de creadores de sociedad, se basan en los mass media, (tv, radio, cine, prensa escrita), ciencia, tegnología, etc., y como no, hay una reciprocidad entre estos grupos y el poder legislativo de un país democrático, yo te pongo en el poder pero para que favorezcas estos ideales, hablemos de... el Gobierno de España, Naciones Unidas, el Instituto Mundial de la Salud,... etc., organizaciones e instituciones que son buenas en su idea, pero que si se utilizan para estos fines se convierten en enemigas de Dios:

- La cultura de la muerte ,(Aborto, Eutanasia, preservativos, pildoras anticonceptivas)

- La manipulación de la educación , (EpC), creando un pensamiento uniforme a los principios del estado y por ende de estos grupos de Anticristos. Típica de cualquier sistema Totalitarista.

- Manipulación de la ciencia, en vez de utilizarla para el bien de la persona, para conservar su dignidad, se utiliza para fines económicos y en favor de estos ideales que nos separan de Dios.

- Manipulación de los Mass media , utilizados, creando necesidades innecesarias, desvirtuando la realidad tanto de los hechos humanos, naturales y divinos, y creando una cultura consumista, robótica, y carente de valores que no se puedan comprar.

Por eso amigos la persona de hoy en día, tiene cierto atenuante en su pecado, pues a través de todos estos focos, está siendo confundida, distraída, e inevitablemente condenada a la infelicidad , pues nos engañamos con las risas y los placeres mundanos y pasajeros que nos otorgan estos majaderos, quieren que miremos hacia lo efímero, hacia lo físico, haciéndonos olvidar la felicidad plena y eterna. Pero no tenemos el total eximente por todas estas causas, pues existe un faro en el mundo, el faro que nadie será capaz de apagar, la Iglesia Católica de Roma, la mensajera de Dios, defensora de verdades divinas, humanas y naturales, y la tenemos a la vuelta de la esquina, en internet, en la tv, etc.. Teniendo este faro, debemos agarrarnos a él como clavo ardiendo, pues todo lo demás nos lleva a la deriva, debemos utilizar nuestra LIBERTAD no para hacer lo que subliminalmente nos inculcan los Anti-Cristo, sino para seguir el camino que Dios nos enseñó, para elegir el amor de Dios, para elegir seguir sus mandamientos, con nuestras equivocaciones, con nuestros traspies, como todo camino que se anda, tropezando pero sin salirnos del carril, y ese camino gracias a Dios, nos lo marca muy bien la Santa Madre Iglesia Católica Apostólica y Romana, existen otras iglesias que se acercan a la verdad, que tienen parte de verdad, pero la que tiene la Verdad de Cristo que es la VERDAD ABSOLUTA, esa es la Iglesia de Roma.

Por eso amigos, por todos los condicionantes que el hombre encuentra hoy en su día a día,( lo relatado anteriormente, se pueden resumir en lo que nos dijo S. Pablo, "los enemigos del hombre son El Mundo, La Carne y El Demonio"), nos hacen mas fuertes, creo que sirven para purificar este amasijo de creyentes divergentes y de boquilla, que decimos ser Católicos, alguien decía que "NO SE PUEDE EXIGIR EL CIELO DE LOS CRISTIANOS LLEVANDO UNA VIDA PAGANA", y creo que es lo que muchos hacemos.

Creo que está empezando el tiempo, creo que está llegando la hora de decir "SÍ, SOY CATÓLICO Y NO HAGO ESTO PORQUE SOY CATÓLICO", cuantas veces hemos dicho esto, creo que ahora es el momento.

La Conferencia Episcopal Española, nos pide, nos exige a los que decimos ser Católicos, que nos opongamos a la asignatura para la educación para la ciudadanía, primero moralmente y posteriormente físicamente, y por qué, porque va contra toda dignidad moral humana, divina y natural, porque atenta contra Dios, y creo que ha llegado el momento de decidir, de elegir con quien estamos, si con el mundo o con Dios, Dios nos otorgó la libertad para estos momentos, la libertad no nos la da el Gobierno, nos la dio Dios, y debemos de hacer uso de esa libertad para decir NO a educar a mis hijos contra todo orden natural, humano y divino.

Evangelio según San Mateo 5,13-16.

Ustedes son la sal de la tierra. Pero si la sal pierde su sabor, ¿con qué se la volverá a salar? Ya no sirve para nada, sino para ser tirada y pisada por los hombres. Ustedes son la luz del mundo. No se puede ocultar una ciudad situada en la cima de una montaña. Y no se enciende una lámpara para meterla debajo de un cajón, sino que se la pone sobre el candelero para que ilumine a todos los que están en la casa. Así debe brillar ante los ojos de los hombres la luz que hay en ustedes, a fin de que ellos vean sus buenas obras y glorifiquen al Padre que está en el cielo.

Concilio Vaticano II

Decreto sobre la actividad misionera de la Iglesia (Ad Gentes), 35-36


Amigos ha llegado el tiempo de decidir.

Juan Antonio López Picazo

jueves, 6 de marzo de 2008

Orientaciones Morales ante la situación actual de España (24-Noviembre-2006)




RESUMEN

La Instrucción Pastoral Orientaciones morales ante la situación actual de España es un documento con el que los Obispos ofrecen su aportación al discernimiento que hoy es necesario hacer, en unos momentos de especial complejidad. El texto pretende favorecer la comunión eclesial y animar a los católicos a participar activamente en la vida pública, al tiempo que quiere ayudar a todos a descubrir las implicaciones morales de la situación actual, con la convicción de que ello es un requisito indispensable para una sana vida democrática.

La Instrucción consta de tres capítulos, precedidos por una introducción y culminados con una conclusión, en los que se describe la situación actual y se analizan sus causas; se realiza una llamada a superar la desesperanza, el enfrentamiento y el sometimiento, así como a anunciar el gran sí de Dios a la Humanidad en Jesucristo; y se propone un reforzamiento de la identidad católica para llevar a cabo cualquier acción en la sociedad y se anima explícitamente a los católicos a vivir la caridad social para el fortalecimiento moral de la vida pública.

Capítulo I. Una situación nueva: fuerte oleada de laicismo

El documento destaca en este capítulo dos datos relevantes en la historia reciente de España, uno positivo y otro negativo: el advenimiento de la democracia y el desarrollo alarmante del laicismo.

Primeramente, elogia los grandes valores morales que, sobre el trasfondo espiritual de la reconciliación, hicieron posible la Constitución de 1978, que ha propiciado treinta años de estabilidad y prosperidad, y subraya el importante papel que la Iglesia y los católicos españoles jugaron en el establecimiento de la democracia. A continuación, llama la atención sobre el peligro que supone dilapidar los bienes alcanzados y reabrir viejas heridas con una utilización de la “memoria histórica” guiada por una mentalidad selectiva.

Por otro lado, la Instrucción Pastoral recalca que para interpretar y valorar las nuevas circunstancias, es necesario tener en cuenta el desarrollo del laicismo en nuestra sociedad, invadida por un modo de vida en el que la referencia a Dios es considerada como algo negativo. De la mano del magisterio de Benedicto XVI, el documento critica el relativismo moral que, paradójicamente, pretende engrandecer al hombre, colocándolo en el centro de todo y termina por reducirlo a un mero fruto del azar, impersonal, efímero y, en definitiva, irracional.

El laicismo radical y excluyente, impulsado por algunos sectores, está en la base de algunas legislaciones, promovidas recientemente en España, que deterioran gravemente el bien común de una sociedad, formada en buena parte por católicos. El texto expresa el deseo de los Obispos de que se pueda ir encontrando poco a poco el ordenamiento justo para que todos podamos vivir de acuerdo con nuestras convicciones sin que nadie pretenda imponer a nadie sus puntos de vista por procedimientos desleales e injustos.

En el documento, los obispos realizan un ejercicio de autocrítica y señalan que también la falta de clarividencia y de vida santa entre los católicos han contribuido al oscurecimiento de la fe y al desarrollo de la indiferencia y del agnosticismo teórico y práctico en nuestra sociedad.

Capítulo II. Responsabilidad de la Iglesia y de los católicos

Los obispos alertan de que, en las circunstancias actuales, hay que evitar el riesgo de adoptar soluciones equivocadas que, a pesar de sus aparentes claridades, en realidad, se basan en fundamentos falsos, no cristianos.

Algunas de esas tentaciones son la desesperanza, especialmente acuciante en un contexto se hace patente la pérdida de influencia por parte de los católicos, pero que carece de sentido en una Iglesia que no pone nunca su esperanza ni encuentra su apoyo en ninguna institución temporal, sino en Jesucristo, su único Señor; el enfrentamiento, que lleve a no caer en la cuenta de que las diferencias no tienen por qué degenerar en conflictos; y el sometimiento, que ceda a la tentación de diluir la propia identidad e incluso renunciar a ella para acomodarse al contexto social. Por el contrario, como dijo Benedicto XVI en Verona, en estos momentos los católicos seguimos teniendo la gran misión de ofrecer a nuestros hermanos el gran “sí” que en Jesucristo Dios dice al hombre y a su vida, a la amor humano, a nuestra libertad y a nuestra inteligencia.

Capítulo III. Discernimiento y orientaciones morales.

Los Obispos señalan que cualquier tarea que los católicos quieran emprender en esta situación ha de realizarse desde una identidad católica vigorosa que incluye formación en la fe, anunciar el evangelio del matrimonio y de la familia, y cuidar la Eucaristía dominical. Asimismo apuntan que es necesario estimular a los católicos para vivir la caridad social y fortalecer así moralmente vida pública. En este sentido se desgranan en este capítulo las siguientes cuestiones: democracia y moral, donde se explica que la democracia y los procedimientos democráticos no son la última referencia moral de los ciudadanos, y se ayuda a descubrir que los fundamentos prepolíticos de la democracia radican en la verdad del ser humano; el servicio al bien común, como fundamento de valor y de la excelencia de la vida pública; la mejora de la democracia, donde se señala que es absolutamente necesario respetar el recto funcionamiento de las instituciones, especialmente la autonomía del poder judicial y la libertad de los jueces; el respeto y protección de la libertad religiosa, donde se recoge que un Estado laico, verdaderamente democrático, es aquel que valora la libertad religiosa como un elemento fundamental del bien común, digno de respeto y protección; el terrorismo, intrínsecamente perverso, del todo incompatible con una visión moral de la vida, justa y razonable.

En este punto se afirma que es objetivamente ilícita cualquier colaboración con los terroristas, con los que los apoyan, encubren o respaldan, y que una sociedad que quiera ser libre y justa no puede reconocer explícita ni implícitamente a una organización terrorista como representante político legítimo de ningún sector de la población, ni puede tenerla como interlocutor político. Las víctimas del terrorismo ocupan un lugar destacado en este epígrafe. Los Obispos les expresan su afecto, respeto y solidaridad, extensibles a sus familiares, amigos y personas que han sufrido directa o indirectamente el terrorismo; respecto a los nacionalismos y sus exigencias morales, se aporta una palabra sosegada y serena que ayude a orientarse en la valoración moral de los nacionalismos en la situación concreta de España. La Iglesia reconoce la legitimidad de las posiciones nacionalistas, siempre que, como todo proyecto político justo, se justifiquen en referencia al bien común de toda la población directa o indirectamente afectada. La unidad histórica y cultural de España puede ser manifestada y administrada de muy diferentes maneras. En esta cuestión la Iglesia se limita a recomendar a todos que piensen y actúen con la máxima responsabilidad y rectitud, respetando la verdad de los hechos y de la historia, considerando los bienes de la unidad y de la convivencia de siglos y guiándose por criterios de solidaridad y respeto hacia el bien de los demás; el capítulo termina con el apartado dedicado al ejercicio de la caridad que refleja cómo la Iglesia tiene que ser y aparecer, vivir y actuar, como una verdadera comunidad de amor; un amor, vivido y practicado con generosidad y eficacia, especialmente en aquellos casos de urgencia como pueden ser, en la actualidad, el fenómeno de la inmigración, los que no tienen trabajo, los que están solos, o las mujeres víctimas de la violencia doméstica, entre otros.

La Instrucción Pastoral concluye expresando la voluntad de todos los católicos de vivir en la sociedad desde el respeto y libertad para poder proponer libremente la manera propia de ver las cosas y desde ahí poder colaborar sinceramente en el enriquecimiento espiritual de la sociedad.


Mensaje para la Jornada Mundial del SIDA



Queridos hermanos y hermanas en Cristo:

1. Mientras la comunidad internacional se prepara a celebrar también este año la Jornada Mundial del SIDA, en calidad de Presidente del Pontificio Consejo para la Pastoral de la Salud, deseo unirme a los esfuerzos e iniciativas que se realizan en todo el mundo en el marco tanto de la prevención como de la asistencia a los enfermos, para enviar en nombre de la Iglesia Católica, a las organizaciones e instituciones internacionales, a los gobiernos, a las organizaciones no gubernamentales, así como a las agencias y a las asociaciones católicas que están comprometidas en el territorio con el afán de detener el terrible flagelo, un Mensaje de amor y de esperanza a las familias y a las personas afligidas por el terrible mal.

2. En nombre del Santo Padre Juan Pablo II, os exhorto queridos hermanos y hermanas en Cristo, a fin de que, junto a vosotros hombres y mujeres de buena voluntad, no dejéis pasar en vano este momento propicio; aprovechad esta circunstancia favorable para estudiar y buscar juntos caminos nuevos y medios adecuados que lleven a la gente y en particular a los jóvenes, a adoptar comportamientos y costumbres de vida respetuosos de los auténticos valores de la vida y del amor. Se trata de presentar este camino maestro como prevención eficaz contra el contagio y la difusión del VIH/SIDA, ya que el fenómeno del SIDA es una patología del espíritu que, además del cuerpo, implica toda la persona, las relaciones interpersonales, la vida social y familiar y a menudo está acompañado por una crisis de los valores morales. Al respecto, Juan Pablo II manifiesta que “no estamos lejos de la verdad si afirmamos que, paralelamente a la difusión del SIDA se está manifestando algo así como una inmunodeficiencia en el ámbito de los valores existenciales, que debe ser reconocida como verdadera patología del espíritu.” (Discurso a los participantes en la IV Conferencia Internacional: Vivir: ¿para qué? El SIDA, 13-15 noviembre 1989, en Dolentium Hominum 13 (año V-n.1) 1990, n. 4, pág. 7).

3. Desde el punto de vista estadístico, la pandemia del VIH/SIDA aumenta de modo espantoso:

Según las estadísticas oficiales de UNAIDS, a fines del 2002

· 42 millones de personas viven con el VIH/SIDA, de las cuales 19,2 millones son mujeres y 3,2 millones son niños por debajo de 15 años;
· 5 millones de nuevas infecciones del VIH/SIDA en el 2002, de los cuales 2 millones son mujeres y 800 mil son niños por debajo de 15 años;
· 3,1 millones de personas han muerto de SIDA en el 2002, de las cuales 1,2 millones han sido mujeres y 610 mil niños por debajo de 15 años.

4. Desde la aparición de esta terrible enfermedad, respondiendo a la llamada del Santo Padre Juan Pablo II que estimulaba una mayor movilización de las fuerzas y de los recursos y un compromiso concreto de parte de la Iglesia tanto para prevenir como para asistir de diferentes modos a los enfermos de SIDA, la Santa Sede, las Conferencias Episcopales, las Diócesis, las Congregaciones religiosas, los Hospitales y los Centros socio-sanitarios, las Organizaciones y asociaciones católicas han redoblado sus esfuerzos para poner en marcha actividades e iniciativas incisivas y capilares con el fin de limitar el fenómeno, recordando sobre todo a la comunidad eclesial y a la sociedad en general, la importancia de respetar los valores morales y religiosos de la sexualidad y del matrimonio, como por ejemplo la fidelidad, la castidad y la abstinencia, y ofreciendo concretamente a los enfermos en sus variadas estructuras una digna asistencia humana, social, médico-sanitaria y espiritual.

5. El compromiso y la actividad de la Iglesia en los varios continentes se refieren a la prevención, a la educación y a la asistencia multiforme a los enfermos y a sus familiares.

En Africa (por ejemplo en Angola, Burundi, Camerún, Costa de Marfil, Ghana, Guinea, Mali, República Centroafricana, Senegal, Uganda, Zambia), la Iglesia lleva adelante programas educativos y pastorales a favor de la formación de los agentes sociales, pastorales y sanitarios, de sensibilización de las poblaciones, de ayudas humanitarias así como de asistencia domiciliaria y hospitalaria a los enfermos.

En América (por ejemplo en Canadá, Estados Unidos de América, México, Argentina, Ecuador, Haití, Honduras, Venezuela, Brasil), la Iglesia es promotora de campañas de sensibilización y de programas formativos con publicaciones ad hoc y asiste a los enfermos y a los huérfanos en los hospitales y en los hospice.

En Asia (por ejemplo en India, Singapur, Taiwán, Malasia), la Iglesia sensibiliza a la opinión pública sobre el fenómeno del VIH/SIDA, sobre sus causas y riesgos, empleando los medios tradicionales y modernos de la comunicación, organizando incluso cursos ad hoc; asimismo, dispone de un programa específico de asistencia a los huérfanos y de atención a los enfermos a domicilio y de las casas de salud y hospitales.

En Europa (por ejemplo en Austria, Bélgica, Francia, Alemania, Irlanda, Escocia, Inglaterra, Gales, Italia, Croacia, ex Yugoslavia), la Iglesia emplea periódicos, televisión, radio e internet para difundir los programas lanzados por las comisiones nacionales para prevenir, educar a las poblaciones, así como para asistir social, humana y pastoralmente a los enfermos en los hospitales y en los centros especializados en el tratamiento del SIDA.

En Oceanía (por ejemplo en Australia, Nueva Zelanda, Papua Nueva Guinea), la Iglesia ofrece una formación específica a los agentes sociales, pastorales y sanitarios y asiste a los enfermos en los hospice y en los centros de atención.

Numerosos son los institutos religiosos y las asociaciones laicales que colaboran en la pastoral a favor de los enfermos de SIDA y en los lugares de sanación. Actividades y proyectos importantes y capilares son realizados por los Camilos en Brasil, Italia, México, India, Kenya, Tailandia, Haití, Polonia, Burkina Faso; por los Hermanos de San Juan de Dios en España, Polonia, Alemania y Austria; por la Asociación de San Vicente, en India, Irlanda y Holanda; por la Comunidad de San Egidio, en Mozambique; por la Fraternidad de Comunión y Liberación, (AVSI) en Uganda, Kenya, Rwanda, Burundi, Nigeria, Rumania; por la Caritas en Filipinas, Bolivia, Austria; por las Religiosas de la Madre Teresa en Kazajstán; por el Hospital Pediátrico Bambin Gesù de Roma en Rumania; por los Farmacéuticos católicos, en varias partes del mundo.

6. Las principales actividades pastorales se concentran en la formación de los agentes de la salud, de los sacerdotes, de las familias y de la juventud; en la prevención mediante la educación sanitaria, la publicación de documentos de la Iglesia, de la organización de congresos y del intercambio teológico y de experiencias; con la ayuda y la asistencia de los capellanes, médicos y enfermos que, gracias a la diagnosis, el counselling, los medicamentos, el sacramento de la penitencia y la caridad hacia los enfermos internados en los centros y en los hospitales, la Iglesia contribuye a mejorar las condiciones físicas, psíquicas y espirituales de los pacientes; la atención y el seguimiento de los enfermos y de las personas seropositivas se logra gracias a programas específicos en torno a la sexualidad, la transfusión sanguínea, la transmisión materno-fetal, la asistencia a los huérfanos, a los presos y en lo concerniente a su reintegración social y eclesial.

Si las causas de la enfermedad son el pansexualismo y la toxicomanía, los condicionamientos son la pobreza, la urbanización, la desocupación, la movilidad, las migraciones y los mass-media.

7. El pensamiento de Juan pablo II se articula en torno a la naturaleza del fenómeno (patología del espíritu); a la prevención fundada en la sacralidad de la vida y la sexualidad responsable, en la trascendencia y la educación a la castidad, a la conducta del enfermo, esto es, el amor a Dios, la conducta sexual, la transmisión de madre a hijo, la ofrenda del sufrimiento en su relación con el misterio de la cruz y la esperanza de la resurrección; el pensamiento de Juan Pablo II se dirige en particular a los profesionales de la salud que encuentran en el Buen Samaritano el paradigma del amor misericordioso que supera las barreras humanas; a las autoridades civiles que deben proporcionar a las poblaciones una información correcta y una ayuda a los pobres; a los hombres de ciencia llamados por el Papa a reforzar su solidaridad hacia los enfermos, haciendo todo lo que está a su alcance para que adelante la investigación biomédica sobre el VIH/SIDA con el fin de encontrar medicinas nuevas y eficaces que logren detener el fenómeno.

8. A nivel personal, la Iglesia invita a cada uno a intensificar la prevención según la doctrina de la Iglesia, a vivir la virtud de la castidad en una sociedad pansexualista, a acercarse al sacramento de la reconciliación, a reavivar en los enfermos el sentido cristiano de la vida con la esperanza en la resurrección, a dispensar una formación ad hoc a los agentes de la salud y reservar una asistencia especial a los enfermos terminales.

A nivel comunitario, se recomienda lo siguiente: apoyo a las actividades parroquiales relacionadas con el VIH/SIDA; creación de nuevos centros y residencias para enfermos de SIDA; coordinación a nivel diocesano y nacional de acciones e iniciativas pastorales referentes al fenómeno del SIDA; atención a las políticas de los gobiernos en materia de SIDA, con el objeto de influir positivamente en ellas; empleo correcto de los medios de comunicación; divulgación del manual de pastoral sobre el fenómeno del SIDA que está por ser publicado por el Pontificio Consejo para la Pastoral de la Salud; apoyo económico y financiero a iniciativas y proyectos sobre el SIDA.

Globalmente, los aportes promedio que hoy ofrecen en el plano social los organismos eclesiales alcanza el 12% y por las ONGs católicas, el 13%; se llega a un total del 25% que permite que la Iglesia sea el primer partner del Estado en el campo social. Para las intervenciones sanitarias, el compromiso de la Iglesia es del 19% lo cual representa un tercio de las contribuciones estatales y el doble de las intervenciones de las ONGs no católicas (10%) y de los privados (11%).

9. Invito a la comunidad internacional, a los gobiernos en general y a la Iglesia en particular, a:

- promover campañas de sensibilización y de educación de la población fundadas no en políticas que alimentan modelos de vida y comportamientos inmorales y hedonistas que favorecen la difusión del mal, sino en seguras referencias y auténticos valores humanos y espirituales capaces de fundar una educación y una prevención pertinentes en favor de la vida y del amor responsable; la virtud de la castidad demuestra ser la más importante para prevenir eficazmente contra el VIH/SIDA;

- ocuparse de las necesidades sociales, humanitarias y socio-sanitarias de los niños huérfanos cuyo número aumenta con el propagarse de la pandemia;

- comprometerse a favor de la globalización del bien común internacional de la salud;

- evitar toda forma de exclusión, de discriminación y de estigmatización ante las personas seropositivas o de los enfermos de SIDA, aceptándoles fraternamente en la familia, en la sociedad y en la comunidad eclesial como miembros a pleno título de la Iglesia;

- facilitar a los enfermos el acceso a los fármacos genéricos contra las enfermedades oportunistas y en lo posible a los antirretrovirales con el fin de detener la escandalosa mortalidad que grita venganza a Dios en los países pobres;

- asistir y acompañar espiritual y pastoralmente a los enfermos y a sus familiares, en particular a los que deben descontar una pena en la cárcel, a fin de que no les falte el apoyo espiritual y, en particular, los sacramentos tan necesarios en este momento particular de su vida;

- descrubir en los enfermos el rostro de Cristo, médico de los cuerpos y de las almas.

10. Al renovar a todos vosotros: obispos, sacerdotes, religiosos/as y agentes sociales, pastorales y sanitarios, y voluntarios, la estima y el reconocimiento de la Iglesia por vuestro invalorable servicio en favor de nuestros hermanos y hermanas postrados en el cuerpo y en el espíritu por el flagelo del SIDA, deseo asegurarles también que no dejaré de elevar mis oraciones a la Virgen Santísima, Salus Infirmorum y Consolatrix Afflictorum, por vuestra benemérita obra así como por los sufrimientos de los enfermos y de sus familiares.

Ciudad del Vaticano, 1 de dicembre de 2003


+ Javier Cardenal Lozano Barragán

Consideraciones acerca de los proyectos de reconocimientos legal de las uniones entre personas homosexuales



CONGREGACIÓN PARA LA DOCTRINA DE LA FE


Introducción

1. Recientemente, el Santo Padre Juan Pablo II y los Dicasterios competentes de la Santa Sede (1)han tratado en distintas ocasiones cuestiones concernientes a la homosexualidad. Se trata, en efecto, de un fenómeno moral y social inquietante, incluso en aquellos Países donde no es relevante desde el punto de vista del ordenamiento jurídico. Pero se hace más preocupante en los Países en los que ya se ha concedido o se tiene la intención de conceder reconocimiento legal a las uniones homosexuales, que, en algunos casos, incluye también la habilitación para la adopción de hijos. Las presentes Consideraciones no contienen nuevos elementos doctrinales, sino que pretenden recordar los puntos esenciales inherentes al problema y presentar algunas argumentaciones de carácter racional, útiles para la elaboración de pronunciamientos más específicos por parte de los Obispos, según las situaciones particulares en las diferentes regiones del mundo, para proteger y promover la dignidad del matrimonio, fundamento de la familia, y la solidez de la sociedad, de la cual esta institución es parte constitutiva. Las presentes Consideraciones tienen también como fin iluminar la actividad de los políticos católicos, a quienes se indican las líneas de conducta coherentes con la conciencia cristiana para cuando se encuentren ante proyectos de ley concernientes a este problema(2). Puesto que es una materia que atañe a la ley moral natural, las siguientes consideraciones se proponen no solamente a los creyentes sino también a todas las personas comprometidas en la promoción y la defensa del bien común de la sociedad.


1. Naturaleza y características irrenunciables del matrimonio

2. La enseñanza de la Iglesia sobre el matrimonio y la complementariedad de los sexos repropone una verdad puesta en evidencia por la recta razón y reconocida como tal por todas las grandes culturas del mundo. El matrimonio no es una unión cualquiera entre personas humanas. Ha sido fundado por el Creador, que lo ha dotado de una naturaleza propia, propiedades esenciales y finalidades(3). Ninguna ideología puede cancelar del espíritu humano la certeza de que el matrimonio existe únicamente como una realidad entre dos personas de sexo opuesto, que por medio de la recíproca donación personal, propia y exclusiva de ellos, tienden a la comunión de sus personas. Así se perfeccionan mutuamente para colaborar con Dios en la generación y educación de nuevas vidas.

3. La verdad natural sobre el matrimonio ha sido confirmada por la Revelación contenida en las narraciones bíblicas de la creación, expresión también de la sabiduría humana originaria, en la que se deja escuchar la voz de la naturaleza misma. Según el libro del Génesis, tres son los datos fundamentales del designo del Creador sobre el matrimonio.

En primer lugar, el hombre, imagen de Dios, ha sido creado "varón y hembra" (Gn 1, 27). El hombre y la mujer son iguales en cuanto personas y complementarios en cuanto varón y hembra. Por un lado, la sexualidad forma parte de la esfera biológica y, por el otro, ha sido elevada en la criatura humana a un nuevo nivel, personal, donde se unen cuerpo y espíritu.

El matrimonio, además, ha sido instituido por el Creador como una forma de vida en la que se realiza aquella comunión de personas que implica el ejercicio de la facultad sexual. "Por eso dejará el hombre a su padre y a su madre y se unirá a su mujer, y se harán una sola carne" (Gn 2, 24).

En fin, Dios ha querido donar a la unión del hombre y la mujer una participación especial en su obra creadora. Por eso ha bendecido al hombre y la mujer con las palabras: "Sed fecundos y multiplicaos" (Gn 1, 28). En el designio del Creador complementariedad de los sexos y fecundidad pertenecen, por lo tanto, a la naturaleza misma de la institución del matrimonio.

Además, la unión matrimonial entre el hombre y la mujer ha sido elevada por Cristo a la dignidad de sacramento. La Iglesia enseña que el matrimonio cristiano es signo eficaz de la alianza entre Cristo y la Iglesia (cf. Ef 5, 32). Este significado cristiano del matrimonio, lejos de disminuir el valor profundamente humano de la unión matrimonial entre el hombre la mujer, lo confirma y refuerza (cf. Mt 19, 3?12; Mc 10, 6?9).

4. No existe ningún fundamento para asimilar o establecer analogías, ni siquiera remotas, entre las uniones homosexuales y el designio de Dios sobre el matrimonio y la familia. El matrimonio es santo, mientras que las relaciones homosexuales contrastan con la ley moral natural. Los actos homosexuales, en efecto, "cierran el acto sexual al don de la vida. No proceden de una verdadera complementariedad afectiva y sexual. No pueden recibir aprobación en ningún caso"(4).

En la Sagrada Escritura las relaciones homosexuales "están condenadas como graves depravaciones... (cf. Rm 1, 24?27; 1 Cor 6, 10; 1 Tim 1, 10). Este juicio de la Escritura no permite concluir que todos los que padecen esta anomalía sean personalmente responsables de ella; pero atestigua que los actos homosexuales son intrínsecamente desordenados"(5). El mismo juicio moral se encuentra en muchos escritores eclesiásticos de los primeros siglos(6), y ha sido unánimemente aceptado por la Tradición católica.

Sin embargo, según la enseñanza de la Iglesia, los hombres y mujeres con tendencias homosexuales "deben ser acogidos con respeto, compasión y delicadeza. Se evitará, respecto a ellos, todo signo de discriminación injusta"(7). Tales personas están llamadas, como los demás cristianos, a vivir la castidad(8). Pero la inclinación homosexual es "objetivamente desordenada"(9), y las prácticas homosexuales "son pecados gravemente contrarios a la castidad"(10).

II. Actitudes ante el problema de las uniones homosexuales

5. Con respecto al fenómeno actual de las uniones homosexuales, las autoridades
civiles asumen actitudes diferentes: A veces se limitan a la tolerancia del fenómeno; en

otras ocasiones promueven el reconocimiento legal de tales uniones, con el pretexto de evitar, en relación a algunos derechos, la discriminación de quien convive con una persona del mismo sexo; en algunos casos favorecen incluso la equivalencia legal de las uniones homosexuales al matrimonio propiamente dicho, sin excluir el reconocimiento de la capacidad jurídica a la adopción de hijos.

Allí donde el Estado asume una actitud de tolerancia de hecho, sin implicar la existencia de una ley que explícitamente conceda un reconocimiento legal a tales formas de vida, es necesario discernir correctamente los diversos aspectos del problema. La conciencia moral exige ser testigo, en toda ocasión, de la verdad moral integral, a la cual se.oponen tanto la aprobación de las relaciones homosexuales como la injusta discriminación de las personas homosexuales. Por eso son útiles intervenciones hechas con discreción y prudencia, cuyo contenido podría ser, por ejemplo, el siguiente: Desenmascarar el uso instrumental o ideológico que se puede hacer de esa tolerancia; afirmar claramente el carácter inmoral de este tipo de uniones; recordar al Estado la necesidad de contener el fenómeno dentro de límites que no pongan en peligro el tejido de la moralidad pública y, sobre todo, que no expongan a las nuevas generaciones a una concepción errónea de la sexualidad y del matrimonio, que las dejaría indefensas y contribuiría, además, a la difusión del fenómeno mismo. A quienes, a partir de esta tolerancia, quieren proceder a la legitimación de derechos específicos para las personas homosexuales conviventes, es necesario recordar que la tolerancia del mal es muy diferente de la aprobación o la legalización del mal.

Ante el reconocimiento legal de las uniones homosexuales, o la equiparación legal de éstas al matrimonio con acceso a los derechos propios del mismo, es necesario oponerse en forma clara e incisiva. Hay que abstenerse de cualquier tipo de cooperación formal a la promulgación o aplicación de leyes tan gravemente injustas, y asimismo, en cuanto sea posible, de la cooperación material en el plano aplicativo. En esta materia cada cual puede reivindicar el derecho a la objeción de conciencia.

III. Argumentaciones racionales contra el reconocimiento legal de las uniones homosexuales

6. La comprensión de los motivos que inspiran la necesidad de oponerse a las instancias que buscan la legalización de las uniones homosexuales requiere algunas consideraciones éticas específicas, que son de diferentes órdenes.


De orden racional

La función de la ley civil es ciertamente más limitada que la de la ley moral(11), pero aquélla no puede entrar en contradicción con la recta razón sin perder la fuerza de obligar en conciencia(12). Toda ley propuesta por los hombres tiene razón de ley en cuanto es conforme con la ley moral natural, reconocida por la recta razón, y respeta los derechos inalienables de cada persona(13). Las legislaciones favorables a las uniones homosexuales son contrarias a la recta razón porque confieren garantías jurídicas análogas a las de la institución matrimonial a la unión entre personas del mismo sexo. Considerando los valores en juego, el Estado no puede legalizar estas uniones sin faltar al deber de promover y tutelar una institución esencial para el bien común como es el matrimonio.

Se podría preguntar cómo puede contrariar al bien común una ley que no impone ningún comportamiento en particular, sino que se limita a hacer legal una realidad de hecho que no implica, aparentemente, una injusticia hacia nadie. En este sentido es necesario reflexionar ante todo sobre la diferencia entre comportamiento homosexual como fenómeno privado y el mismo como comportamiento público, legalmente previsto, aprobado y convertido en una de las instituciones del ordenamiento jurídico. El segundo fenómeno no sólo es más grave sino también de alcance más vasto y profundo, pues podría comportar modificaciones contrarias al bien común de toda la organización social. Las leyes civiles son principios estructurantes de la vida del hombre en sociedad, para bien o para mal. Ellas "desempeñan un papel muy importante y a veces determinante en la promoción de una mentalidad y de unas costumbres"(14). Las formas de vida y los modelos en ellas expresados no solamente configuran externamente la vida social, sino que tienden a modificar en las nuevas generaciones la comprensión y la valoración de los comportamientos. La legalización de las uniones homosexuales estaría destinada por lo tanto a causar el obscurecimiento de la percepción de algunos valores morales fundamentales y la desvalorización de la institución matrimonial.

De orden biológico y antropológico

7. En las uniones homosexuales están completamente ausentes los elementos biológicos y antropológicos del matrimonio y de la familia que podrían fundar razonablemente el reconocimiento legal de tales uniones. Éstas no están en condiciones de asegurar adecuadamente la procreación y la supervivencia de la especie humana. El recurrir eventualmente a los medios puestos a disposición por los recientes descubrimientos en el campo de la fecundación artificial, además de implicar graves faltas de respeto a la dignidad humana(15), no cambiaría en absoluto su carácter inadecuado.

En las uniones homosexuales está además completamente ausente la dimensión conyugal, que representa la forma humana y ordenada de las relaciones sexuales. Éstas, en efecto, son humanas cuando y en cuanto expresan y promueven la ayuda mutua de los sexos en el matrimonio y quedan abiertas a la transmisión de la vida.

Como demuestra la experiencia, la ausencia de la bipolaridad sexual crea obstáculos al desarrollo normal de los niños eventualmente integrados en estas uniones. A éstos les falta la experiencia de la maternidad o de la paternidad. La integración de niños en las uniones homosexuales a través de la adopción significa someterlos de hecho a violencias de distintos órdenes, aprovechándose de la débil condición de los pequeños, para introducirlos en ambientes que no favorecen su pleno desarrollo humano. Ciertamente tal práctica sería gravemente inmoral y se pondría en abierta contradicción con el principio, reconocido también por la Convención Internacional de la ONU sobre los Derechos del Niño, según el cual el interés superior que en todo caso hay que proteger es el del infante, la parte más débil e indefensa.

De orden social

8. La sociedad debe su supervivencia a la familia fundada sobre el matrimonio. La consecuencia inevitable del reconocimiento legal de las uniones homosexuales es la redefinición del matrimonio, que se convierte en una institución que, en su esencia legalmente reconocida, pierde la referencia esencial a los factores ligados a la heterosexuahdad, tales como la tarea procreativa y educativa. Si desde el punto de vista legal, el casamiento entre dos personas de sexo diferente fuese sólo considerado como uno de los matrimonios posibles, el concepto de matrimonio sufriría un cambio radical, con grave detrimento del bien común. Poniendo la unión homosexual en un plano jurídico análogo al del matrimonio o la familia, el Estado actúa arbitrariamente y entra en contradicción con sus propios deberes.

Para sostener la legalización de las uniones homosexuales no puede invocarse el principio del respeto y la no discriminación de las personas. Distinguir entre personas o negarle a alguien un reconocimiento legal o un servicio social es efectivamente inaceptable sólo si se opone a la justicia(16). No atribuir el estatus social y jurídico de matrimonio a formas de vida que no son ni pueden ser matrimoniales no se opone a la justicia, sino que, por el contrario, es requerido por ésta.

Tampoco el principio de la justa autonomía personal puede ser razonablemente invocado. Una cosa es que cada ciudadano pueda desarrollar libremente actividades de su interés y que tales actividades entren genéricamente en los derechos civiles comunes de libertad, y otra muy diferente es que actividades que no representan una contribución significativa o positiva para el desarrollo de la persona y de la sociedad puedan recibir del estado un reconocimiento legal específico y cualificado. Las uniones homosexuales no cumplen ni siquiera en sentido analógico remoto las tareas por las cuales el matrimonio y la familia merecen un reconocimiento específico y cualificado. Por el contrario, hay suficientes razones para afirmar que tales uniones son nocivas para el recto desarrollo de la sociedad humana, sobre todo si aumentase su incidencia efectiva en el tejido social.

De orden jurídico

9. Dado que las parejas matrimoniales cumplen el papel de garantizar el orden de la procreación y son por lo tanto de eminente interés público, el derecho civil les confiere un reconocimiento institucional. Las uniones homosexuales, por el contrario, no exigen una específica atención por parte del ordenamiento jurídico, porque no cumplen dicho papel para el bien común.

Es falso el argumento según el cual la legalización de las uniones homosexuales sería necesaria para evitar que los convivientes, por el simple hecho de su convivencia homosexual, pierdan el efectivo reconocimiento de los derechos comunes que tienen en cuanto personas y ciudadanos. En realidad, como todos los ciudadanos, también ellos, gracias a su autonomía privada, pueden siempre recurrir al derecho común para obtener la tutela de situaciones jurídicas de interés recíproco. Por el contrario, constituye una grave injusticia sacrificar el bien común y el derecho de la familia con el fin de obtener bienes que pueden y deben ser garantizados por vías que no dañen a la generalidad del cuerpo social(17).


IV. Comportamiento de los políticos católicos ante legislaciones favorables a las uniones homosexuales

10. Si todos los fieles están obligados a oponerse al reconocimiento legal de las uniones homosexuales, los políticos católicos lo están en modo especial, según la responsabilidad que les es propia. Ante proyectos de ley a favor de las uniones homosexuales se deben tener en cuenta las siguientes indicaciones éticas.

En el caso de que en una Asamblea legislativa se proponga por primera vez un proyecto de ley a favor de la legalización de las uniones homosexuales, el parlamentario católico tiene el deber moral de expresar clara y públicamente su desacuerdo y votar contra el proyecto de ley. Conceder el sufragio del propio voto a un texto legislativo tan nocivo del bien común de la sociedad es un acto gravemente inmoral.

En caso de que el parlamentario católico se encuentre en presencia de una ley ya en vigor favorable a las uniones homosexuales, debe oponerse a ella por los medios que le sean posibles, dejando pública constancia de su desacuerdo; se trata de cumplir con el deber de dar testimonio de la verdad. Si no fuese posible abrogar completamente una ley de este tipo, él, recordando las indicaciones dadas en la Encíclica Evangehum Vitae, "puede lícitamente ofrecer su apoyo a propuestas encaminadas a limitar los daños de esa ley y disminuir así los efectos negativos en el ámbito de la cultura y de la moralidad pública", con la condición de que sea "clara y notoria a todos" su "personal absoluta oposición" a leyes semejantes y se haya evitado el peligro de escándalo(18). Eso no significa que en esta materia una ley más restrictiva pueda ser considerada como una ley justa o siquiera aceptable; se trata de una tentativa legítima, impulsada por el deber moral, de abrogar al menos parcialmente una ley injusta cuando la abrogación total no es por el momento posible.

Conclusión

11. La Iglesia enseña que el respeto hacia las personas homosexuales no puede en modo alguno llevar a la aprobación del comportamiento homosexual ni a la legalización de las uniones homosexuales. El bien común exige que las leyes reconozcan, favorezcan y protejan la unión matrimonial como base de la familia, célula primaria de la sociedad. Reconocer legalmente las uniones homosexuales o equipararlas al matrimonio, significaría no solamente aprobar un comportamiento desviado y convertirlo en un modelo para la sociedad actual, sino también ofuscar valores fundamentales que pertenecen al patrimonio común de la humanidad. La Iglesia no puede dejar de defender tales valores, para el bien de los hombres y de toda la sociedad.

El Sumo Pontífice Juan Pablo II, en la audiencia concedida al Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, el 28 de marzo de 2003, ha aprobado las presentes Consideraciones, decididas en la Sesión Ordinaria de la misma, y ha ordenado su publicación.

Dado en Roma, en la sede de la Congregación para la Doctrina de la Fe, el 3 de junio de 2003, memoria de San Carlos Lwanga y Compañeros, mártires.

+ JOSEPH CARD. RATZINGER
Prefecto


+ ANGELO AMATO, S.D.B.
Arzobispo titular de Sila, Secretario

martes, 4 de marzo de 2008

FELICITACIÓN Y DECLARACIÓN DE APOYO AL NUEVO PRESIDENTE DE LA CEE

Desde la Milicia Defensores del Catolicismo, queremos dar nuestro apoyo al nuevo Presidente de la CEE, su Rvmo. e Ilsmo.Cardenal Madrid Monseñor Rouco Varela, poniéndonos a su disposición para servir a la Iglesia de Cristo, aceptando y promoviendo cualquier iniciativa que él en representación del cuerpo vivo de Cristo en España quiera solicitarnos.

Reverendísimo e Ilustrísimo Monseñor Rouco Varela, nuestras oraciones por su cargo de tan alta responsabilidad, y por la Iglesia de España serán nuestra obligación diaria. Que Dios le bendiga.

Un fraternal saludo.

Juan Antonio López Picazo

Presidente de la Milicia Defensores del Catolicismo