miércoles, 27 de febrero de 2008

Marxismo y martirio


El domingo pasado asistimos en Roma a la beatificación de 498 mártires de la persecución religiosa de los años treinta en España. Entre ellos, tenemos el honor de contar con cincuenta y un mártires palentinos, asesinados en los meses posteriores al estallido de la Guerra Civil. Tampoco debemos olvidar el martirio del Hermano Bernardo, muerto en Barruelo en octubre de 1934, en el contexto de la persecución religiosa desatada en la revolución de Asturias.

La Iglesia Católica ha destacado insistentemente que los mártires son aquellos que fueron asesinados por “odium fidei” (odio a la fe) y que murieron testimoniando su fe en Cristo. Ellos no lucharon en ningún frente, ni tomaron parte en ninguna contienda, sino que testimoniaron su amor incondicional hacia todos, y de una forma muy especial hacia quienes les tenían por enemigos.

En estos días previos a las beatificaciones, asistía yo a la proyección de un vídeo sobre los mártires. En la tertulia que siguió a la visualización del vídeo, un joven allí presente manifestó que le costaba entender cómo podía haberse desatado esa violencia tan cruel hacia miles de sacerdotes, religiosos y seglares católicos, que no habían hecho otra cosa en su vida que rezar, atender a pobres, niños, ancianos… Se sentía perplejo por aquella falta de respeto y de tolerancia.

En efecto, al escucharle me percaté de que muchas personas pueden carecer de la visión histórica y filosófica necesarias para comprender el origen de aquella persecución antirreligiosa. En el fondo de aquel baño de sangre sin precedentes en la historia de España, estaba una ideología determinada que había sido inoculada en las masas: el marxismo.

Carlos Marx (1818-1883) hizo famosa aquella expresión de que “la religión es el opio del pueblo”. La religión no serviría sino para que los pobres se resignasen a su destino en esta vida, consolándose con el pensamiento en el más allá. Pero, claro, dado que esta interpretación no se compaginaba fácilmente con todas las obras sociales de la Iglesia a favor de los más desheredados, atacó sin piedad el ejercicio de la caridad, afirmando que no tenía otra finalidad que tranquilizar la conciencia de los ricos bienhechores, además de impedir la revolución de los pobres.

Marx afirma que la condición “sine qua non” para la realización del hombre es la negación de la existencia de Dios. El hombre sólo podrá alcanzar su plenitud después de derribar a los dioses de su trono. En su opinión, de la misma forma a como los trabajadores están esclavizados por el “capital” (producto de su propio trabajo), así también los hombres están dominados por el producto de su propio cerebro (sus creencias religiosas).

Lo cierto es que el marxismo no pudo ser más claro en su llamada a la violencia. Llamaba a colgar a los capitalistas de las farolas más próximas. “Cuando llegue nuestro momento, no disfrazaremos nuestro terrorismo”. Dado que para el marxismo, cada persona es producto de su clase social, no hay esperanza alguna en que nadie pueda cambiar. No cabe la redención personal, sino sólo la revolución violenta que habría de liberar a la clase proletaria de la clase capitalista.

Uno de los motivos que llevan al marxismo a justificar plenamente la violencia es éste: no se reconoce la dignidad del individuo. La persona es absorbida por el “colectivo revolucionario”, por el “partido”, por la “causa”. Anulado el individuo, el marxismo incita a los prejuicios basados en la clase social y promueve la violencia.

Al absorber a la persona dentro de una clase social, Marx estaba actuando de un modo semejante a Hitler, que encuadraba a las personas por razas. Curiosamente, una vez negado Dios –auténtico garante de la dignidad del hombre- el marxismo y el nazismo tuvieron consecuencias funestas similares: Auschwitz y el Archipiélago Gulag.

¿Cómo es posible que fuese aceptada una filosofía tan brutal cuya dinámica interna está abocada con toda certeza a la violencia y a la muerte? Algunos afirman que la explicación está en el atractivo mesiánico de Marx, quien incitó el espíritu de sus seguidores de forma astuta y despiadada. Explotó la miseria de los pobres hasta el extremo, presentándose como un mesías redentor de la tragedia del hombre, hasta el punto de reubicar el paraíso, convirtiéndolo en un reino terrenal.

A mi juicio, la persecución religiosa habida en Europa como consecuencia de la filosofía marxista, no es suficientemente conocida ni por jóvenes ni por adultos. ¿Cuántos saben -por poner un ejemplo- el dato fehaciente del asesinato de doscientos mil sacerdotes ortodoxos tras la revolución comunista en Rusia?

Es importante que entendamos que estas páginas tan negras de la historia de Europa, no pueden explicarse solamente por su contexto socio-político, sino que para su plena comprensión, es necesario conocer las ideas erróneas que han echado gasolina al fuego de las injusticias sociales. Bien sabemos que existen ideologías fratricidas que forman parte de la cultura de la muerte. En efecto, las ideas erróneas pueden ser también cómplices del asesinato de los inocentes.

Si verdad es aquello de que “quien siembra vientos, recoge tempestades”, más cierta es todavía la promesa de Cristo: “Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios…Bienaventurados seréis cuando os injurien, y os persigan y digan con mentira toda clase de mal contra vosotros por mi causa. Alegraos y regocijaos, porque vuestra recompensa será grande en los cielos.” (Mt. 5, 9-11).


Monseñor Jose Ignacio Munilla
Obispo de Palencia

Educación para la Ciudadanía ¿Divide y vencerás?



De acuerdo con los planes previstos, la asignatura de Educación para la Ciudadanía no se comenzará a impartir en Castilla León hasta el curso 2008-2009. Este ínterin en el que nos encontramos, debería ser aprovechado por todos nosotros para llevar a cabo una reflexión, no ya sólo sobre los principios morales en juego, sino también sobre las estrategias prácticas que se están desarrollando. Con este deseo, en el presente artículo me quiero referir a los manuales de esta asignatura que han sido aprobados por el Ministerio de Educación, para el presente curso.

Ha sido curioso comprobar este primer año, cómo el Ministerio ha dado luz verde a libros de texto que abordan, de forma totalmente contradictoria, los temas morales en litigio. Por ejemplo, dependiendo del manual elegido, el aborto puede ser presentado como un derecho de la mujer o, por el contrario, la vida tiene una dignidad que la hace moralmente inviolable desde el momento de su concepción hasta su muerte natural. En la misma línea de lo anterior, el libro de texto de la editorial Casals afirma que "la religión ayuda a las personas a ser buenos ciudadanos, ya que fomenta valores positivos para la convivencia democrática como la honradez, la paz y la solidaridad". Más aún, afirma que “la marginación de la voz de los creyentes es injusta y poco democrática y favorece una imposición ideológica por parte del Estado". Ahora bien, en el texto editado por Laberinto, Fernando Savater llama la atención sobre la presencia de la asignatura de Religión en Bachillerato y comenta que responde a "un contorsionismo oportunista que antes o después -mejor antes- habrá que revisar definitivamente". En el libro se previene a los jóvenes de la “necesidad de defenderse del clericalismo apoyado por la derecha”.

Los textos de las editoriales Octaedro y Algaida defienden el amor libre, explican el matrimonio homosexual como una opción equiparable al heterosexual, arguyen que la diferencia en las relaciones de sexo es una simple construcción cultural sin fundamento alguno en la naturaleza, etc. Por el contrario, en otros manuales, como los de Santillana, Edebé y SM, se dan orientaciones notablemente distintas…

Ante tantas contradicciones, nos surge una pregunta bastante obvia: ¿qué sentido tiene imponer una asignatura moral obligatoria, argumentando que “todos los españoles tienen que ser educados en los mismos valores democráticos”, si luego se permite la publicación de manuales tan contradictorios? Alejandro Tiana, Secretario General de Educación del Gobierno de España, pasaba muchos apuros para responder a esa pregunta: "Cada uno ha adaptado la asignatura a su manera y es lógico que muestren divergencias en una sociedad plural como la nuestra. No tiene importancia. Lo relevante es que cada centro puede elegir el texto que más le guste".

No creo que sea muy osado concluir que, en este primer año, el objetivo prioritario del Gobierno ha sido el de impedir a toda costa un número elevado de objetores. De lo que se trataba ahora era de introducir la asignatura, sin sufrir un desgaste excesivo, máxime en el contexto de un año electoral. Luego, en años posteriores, ¡tiempo habrá de ir ajustando los contenidos!

La estrategia del “divide y vencerás” se ha concretado, en este primer año, en dar el visto bueno para que los colegios privados puedan impartir la asignatura con algunos manuales de contenidos no problemáticos, con el objetivo de evitar un frente común de rechazo a una inaceptable intromisión del Estado en la educación moral de los alumnos.

De esta forma, se ha logrado quebrar un principio clave, que es formulado en el famoso artículo 27.3 de la Constitución, cuestión tratada específicamente en el anterior artículo de esta sección “El valor de la palabra”, con fecha de 1 septiembre. Por lo pronto, lo que se ha conseguido es que los profesores, por su cuenta, o los centros escolares, sean quienes decidan la orientación moral de los alumnos, en lugar de los padres.

Y al margen de las consideraciones anteriores, la aprobación de esos manuales académicos tan dispares, deja patente la imposibilidad de una ética global de la vida, basada meramente en los principios democráticos de nuestra legislación (que era uno de los argumentos de los defensores de la asignatura). El caso que comentamos refleja claramente que el Estado no puede imponer obligatoriamente unos conceptos morales tan amplios, sin entrar en colisión con muchos de los principios morales de las familias españolas. En resumidas cuentas, ¡muy ingenuos seríamos si pensásemos que el problema de fondo ha quedado resuelto con esa pluralidad editorial de libros de texto!



Monseñor Jose Ignacio Munilla

Obispo de Palencia

¡¡ Vivan !! los Síndrome Down


A veces, Dios permite ciertos sucesos, para que podamos comprobar de forma evidente e incuestionable, la deriva tan errónea por la que se conduce nuestra cultura, pues con frecuencia ocurre que solamente reaccionamos ante el mal, cuando hemos llegado a ver su rostro en toda su crudeza.

Me estoy refiriendo a un caso que se hizo público en Milán (Italia) a finales de verano: Una mujer embarazada de tres meses, esperaba gemelos. Al hacerse la prueba de la amniocentesis, se le comunica que uno de los gemelos tiene el síndrome de Down, por lo que solicita un aborto selectivo. Llegado el momento de la intervención, los fetos se intercambian su posición y la doctora elimina por equivocación al “sano”, dejando vivo al que quería matar. Comprobado el error, tras los pertinentes análisis, días más tarde, la madre decide acabar también con el gemelo Down que continuaba vivo en su seno.

El caso es especialmente dramático, pero la cuestión de fondo no varía con respecto a los demás casos de aborto: El problema moral está en el endiosamiento de nuestro deseo. Perseguimos una realidad a medida de nuestros planes, y cuando las expectativas no se cumplen, somos capaces de autoerigirnos en dueños de la vida del prójimo, sin detenernos ante nada. Esta es la inquisición contemporánea: ¡nuestra santa voluntad!: Si un niño es deseado, hoy en día podemos llegar a mimarlo hasta hacer de él nuestro tirano; y si no fuera deseado, procederemos a eliminarlo sin miramientos. Soy consciente de la dureza de estas palabras, pero estaría falseando la realidad si cayese en la tentación de dulcificarlas. Me limito ahora a añadir una serie de reflexiones complementarias:

+ La dignidad de los síndrome de Down: ¿Somos conscientes de que los síndrome de Down han desaparecido prácticamente de nuestra sociedad? Bien es verdad que todavía conocemos algunos de edad más avanzada, pero… ¿dónde están los menores de 10 años, por ejemplo? Estamos ante uno de esos tabúes de los que a nadie le gusta hablar, porque presentimos muchas complicidades encubiertas.

¿Quién sería capaz de mirar a los ojos de estos niños y negarles su dignidad? ¿Quién se siente con derecho a definir y a establecer el concepto de “normalidad”, más allá del cual el derecho a la vida quedará sin protección?

+ La prueba de la amniocentesis: A raíz de este triste episodio de Milán, el presidente de la Sociedad Española de Ginecología, Manuel Bajo Arenas, explicaba que «…si una embarazada se somete a la amniocentesis, normalmente aborta si el resultado es positivo. Si no, ¿para qué se iban a hacer la prueba?». Lo cual plantea la responsabilidad moral de quienes, en su intencionalidad, se hacen cómplices de este grave pecado. La forma tan trivial en la que se oferta y realiza la amniocentesis en el sistema sanitario, está contribuyendo a desdibujar en muchas conciencias el principio de la inviolabilidad del don de la vida. Es un contrasentido que un diagnóstico médico se convierta en una sentencia de muerte.

+ Autopsia obligatoria: Parece que a nadie le llama la atención el hecho de que el diagnóstico de una amniocentesis sea suficiente para autorizar un aborto y que, sin embargo, posteriormente no se exija una autopsia para comprobar si verdaderamente el diagnóstico había sido acertado. ¡Cuántas sorpresas nos llevaríamos si pudiésemos comprobar la veracidad de tantos alarmismos a los que se recurre para cubrirse las espaldas! ¿Quién no conoce a alguien, que según diagnóstico médico, tendría que estar muerto hace tiempo?

+ Lo más grave, la impenitencia: En el momento en que aquellos padres, cuyo nombre desconocemos –y preferimos que así sea- supieron que el gemelo “sano” había sido eliminado por error, dispusieron de una ocasión de oro para reparar el error cometido. Pudieron haber interpretado lo ocurrido como una llamada a rectificar sus valores de vida... Tras lo sucedido, podrían haber comprendido que el «error» no había estado en la elección del feto, sino en el aborto mismo. Pero, sin embargo, ¡¡volvieron a tropezar en la misma piedra…!! Quizás esto sea lo más grave de este caso –y no me estoy ahora refiriendo a esos padres-: el hecho de que nuestra sociedad mantenga la permisividad ante el aborto, a pesar de que seamos testigos de tantos dramas.

+ ¡Cuida de tu hermano débil!: Cuando en nuestras familias cristianas nacía un hijo con algún tipo de minusvalía o enfermedad crónica, nuestros padres nos inculcaban y educaban para que fuésemos sus custodios hasta el fin de sus días: “¡Cuida siempre de tu hermano débil!” –se nos decía-. Ahora resulta que ha sido el gemelo sano quien ha dado una lección a sus padres sobre cómo cuidar a su hermano enfermo. ¡Paradojas de la vida! Como también es una paradoja que haya miles de familias deseosas de adoptar y abiertas a acoger en adopción a quienes otros han desechado. ¡Que “vivan” los síndrome de Down!


Monseñor Jose Ignacio Munilla
Obispo de Palencia

Romper nuestra SORDERA




¿Es Dios el que se ha quedado mudo, o somos nosotros los que nos hemos quedado sordos? Basta que nos asomemos a la Sagrada Escritura, para convencernos de lo segundo. Precisamente, en ella se presenta a Jesucristo como la Palabra pronunciada por Dios Padre para romper nuestra “sordera” y para acallar los ruidos que, dentro y fuera de nosotros, nos impiden escuchar la voz divina, la de nuestra conciencia y la de nuestros hermanos.

Al igual que hizo con el sordomudo del Evangelio (cfr. Mc 7, 34), también hoy, Jesucristo “toca nuestros oídos y nuestra lengua” y pronuncia su poderoso “effetá!” (¡ábrete!). Es una llamada a abrirnos a la escucha de la voz de Dios que resuena en nuestro interior, como un eco de la predicación de la Iglesia y del clamor de tantas personas y situaciones, a través de las cuales Dios sigue saliendo a nuestro encuentro. Ciertamente, distraídos por mil reclamos y replegados en nuestros problemas, tenemos el riesgo de permanecer sordos a la VOZ de quien es la PALABRA: “Mira que estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y me abre la puerta, entraré en su casa y cenaremos juntos” (Ap 3, 20).

La tarea de la Nueva Evangelización que se nos presenta en el Tercer Milenio, consiste en ofrecernos como altavoces del Verbo Divino: poner voz a esa Palabra de Dios, buscando conductos eficaces para que su mensaje eterno llegue al hombre moderno. Para romper la sordera de nuestro Occidente secularizado, como decía Juan Pablo II, es necesario emprender la Evangelización con nuevos métodos, nuevas expresiones y un nuevo coraje, en fidelidad al mensaje inmutable de Cristo y de su Iglesia. No podemos permanecer impasibles mientras que Dios es un auténtico desconocido para un gran número de nuestros hermanos. El celo apostólico nos lleva a revivir aquel sentimiento apremiante de San Pablo: “¡Ay de mí si no predicara el Evangelio!” (1Cor 9, 16).

Pero, nos equivocaríamos si pensásemos que el problema principal de la Evangelización es un problema de métodos. Los métodos son de gran ayuda e indispensables, pero nuestra necesidad fundamental es la de un celo apostólico ardiente, que sólo puede brotar de un corazón enamorado de Dios. Ésta es la clave de la Nueva Evangelización: ¡Sólo los enamorados enamoran! Y a ello hemos de añadir la búsqueda de recursos creativos, actuales y eficaces para llegar a quienes permanecen sordos a esa Voz que viene de lo alto. Ciertamente, en nuestros días es más urgente que nunca anunciar a Jesucristo en los grandes areópagos modernos de la cultura, de la ciencia, de la economía, del arte, de la música y de los medios de comunicación.

Concluyo transcribiendo algunos de los eslóganes que la Iglesia de Singapur divulgó en la prensa local. Fueron publicados uno a uno, en días sucesivos, a modo de reclamo publicitario, con el deseo de “romper nuestra sordera”.

“¿Qué debo hacer para llamar tu atención? ¿Poner un aviso en el periódico?”

(Dios)

“Necesitamos hablar.”

(Dios)

“Si te perdiste el amanecer que hice hoy para ti, no importa. Te haré otro mañana.”

(Dios)

“¿Te imaginas el precio del “aire” si te lo trajera otro proveedor?”

(Dios)

“No te olvides el paraguas. Hoy tengo que regar las plantas.”

(Dios)

“Si piensas que la Gioconda es asombrosa, deberías ver mi obra maestra… en el espejo.”

(Dios)

“Venid a mi casa el domingo antes del partido.”

(Dios)

“Amo las fiestas de casamiento, invítame a tu boda.”

(Dios)

“Diles a los niños que les amo.”

(Dios)

“¿Leíste mi primer best-seller? Es todo un desafío.”

(Dios)

“¿Tienes alguna idea de adónde vas?”

(Dios)

“Eso de “amar al prójimo”… lo dije en serio.”

(Dios)

“¡No me hagas bajar!”

(Dios)


Monseñor Jose Ignacio Munilla
Obispo de Palencia

martes, 26 de febrero de 2008

Quienes somos


Confortaos en el Señor y en su vigorosa fuerza. Revestíos la armadura de Dios a fin de que podáis defenderos de las insidias del diablo. Pues no trabamos combate contra adversarios de carne y sangre, sino contra los principados, contra las potestades, contra los que tienen el imperio de este mundo tenebroso, contra los espíritus malignos, moradores de las regiones etéreas. Por tanto vestíos la panoplia de Dios a fin de que en el día malo podáis resistir, y bien pertrechados, sosteneros fieles.
De consiguiente manteneos firmes, ceñidos los lomos con la verdad, y revestíos con la coraza de la justicia. Y calzados los pies con la presteza que da el evangelio de la paz. Abroquelaos en todo momento con el escudo de la fe, con que podáis extinguir todos los dardos encendidos del Maligno. Y cubrid la cabeza con el yelmo salvador, y empuñad la espada espiritual que es la palabra de Dios. A este fin tened el espíritu en oración incesante. Asimismo en vela continua y perseverante, orando por todos los santos...Dar a conocer el misterio dell evangelio.
Carta de San Pablo a los Efesios 6-10,20

Pues somos personas llamensé laicas, que defienden la fé católica, que defienden la verdad de Cristo, pues no existe otro modelo de vida que nos lleve a la felicidad eterna, desde aquí intentaremos difundir el mensaje de Dios, para que todos los hombres de buena voluntad, y para los que tengan dudas o quieran conversar también, encuentren respuesta a sus dudas. Aquí defendemos todos los valores Católicos, y tomamos como fuentes la Sagrada Biblia, el Catecismo de la Iglesia Católica y la Tradición apostólica.
La Milicia Defensores del Catolicismo intenta potenciar y ayudar a todas las asociaciones, congregaciones, movimientos, etc., que defiendan el mensaje de Cristo, que defiendan la Doctrina de la Iglesia Católica, en definitiva, la Milicia Defensores del Catolicismo intenta, como otras muchas, acercar a cada persona a Cristo, y también protege la palabra de Dios y el cuerpo de Dios en la tierra.
Dónde iríamos nosotros sin tí Señor, sin tu Espíritu, estábamos muertos y nos resucitaste, estamos perdidos y sólo tú nos guías. Espíritu de Dios, ilumínanos en el Camino, para que eternamente junto con nuestra madre la Virgen María, gozemos de la contemplación del rostro de Dios.

Juan Antonio López